
La situación económica heredada por el régimen militar no era muy buena, con una inflación en
1973 de 342% (extraoficialmente de 600%) y el PGB a la baja. Para enfrentarlo, se confió el manejo económico a unos jóvenes egresados de economía en la
Universidad Católica de Chile, con postgrado la mayoría de ellos en la
Universidad de Chicago, por lo que se les llamaría
Chicago Boys. Los Chicago Boys venían de
Estados Unidos con las ideas liberales desarrolladas por profesores como
Milton Friedman y
Friedrich Von Hayek, importantes teóricos del liberalismo moderno. Estas ideas consistían, sucintamente, en una
economía libre, abierta al mundo, con un Estado pequeño y subsidiario, de riguroso
equilibrio fiscal, y el funcionamiento libre del mercado.
Su primera intervención en el Gobierno fue en
ODEPLAN, (Oficina de Planificación Nacional), en donde plasmaron las ideas económicas de
El Ladrillo, documento solicitado por el almirante Merino con anterioridad al golpe de estado y que fue la aplicación de aquellas ideas a la realidad de Chile. La Armada, encargada del área económica, se guió por dicho texto, contando con la asesoría de los Chicago Boys. Los métodos económicos tradicionales que intentó el régimen no prosperaron, la inflación continuaba por el 300%, el gasto público seguía alto y el cobre se desplomaba a la baja. Los Chicago ingresaron al régimen en
1975, con
Jorge Cauas en el
Ministerio de Hacienda,
Sergio de Castro (líder de los Chicago) en el
Ministerio de Economía y
Pablo Barahona en el
Banco Central. Para convencer a Pinochet de sus ideas (el Ejército mantenía el apego al estatismo tradicional de Chile) trajeron a su mismísimo maestro, Milton Friedman, quien le dio dos soluciones a la crisis que pasaba el país. La primera era por medio de una recuperación lenta del «paciente» (Chile), pero advertía Friedman que este de tanto esperar podría morir. La segunda era darle al «paciente» un tratamiento de shock, para revitalizarlo, pero con efectos colaterales muy graves.
El tratamiento de shock consistía en reducir el gasto público en un 20%; despedir al 30% de los empleados públicos; aumentar el
IVA (impuesto a la transferencia comercial de bienes muebles); liquidar el sistema de ahorro y préstamos de vivienda. Mucha disputa se suscitó sobre esto entre los Chicago Boys y los economistas más clásicos, pero finalmente Pinochet se inclinó por la opinión de los neoliberales y se aplicó el shock.
Los efectos iniciales fueron terribles. Cayó el PGB en un 12%, se empinó la
cesantía al 16% y el valor de las exportaciones se redujo en 40%. Pero se empezó a afianzar el sistema a partir de
1977, iniciándose lo que se ha llamado dentro de Chile como el «boom», con cifras positivas en todos los ámbitos, a excepción de la cesantía, siempre alta (cercana o superior al 20%). El «boom» duraría hasta la crisis de
1982. Posterior a esta, el país comenzó a exhibir números macroeconómicos que dieron una base de estabilidad institucional para la llegada de la
democracia a inicios de los
años 1990.