lunes, 24 de agosto de 2009

LA POLITICA ECONOMICA DURANTE EL REGIMEN MILITAR EN CHILE

La situación económica heredada por el régimen militar no era muy buena, con una inflación en 1973 de 342% (extraoficialmente de 600%) y el PGB a la baja. Para enfrentarlo, se confió el manejo económico a unos jóvenes egresados de economía en la Universidad Católica de Chile, con postgrado la mayoría de ellos en la Universidad de Chicago, por lo que se les llamaría Chicago Boys. Los Chicago Boys venían de Estados Unidos con las ideas liberales desarrolladas por profesores como Milton Friedman y Friedrich Von Hayek, importantes teóricos del liberalismo moderno. Estas ideas consistían, sucintamente, en una economía libre, abierta al mundo, con un Estado pequeño y subsidiario, de riguroso equilibrio fiscal, y el funcionamiento libre del mercado.
Su primera intervención en el Gobierno fue en ODEPLAN, (Oficina de Planificación Nacional), en donde plasmaron las ideas económicas de El Ladrillo, documento solicitado por el almirante Merino con anterioridad al golpe de estado y que fue la aplicación de aquellas ideas a la realidad de Chile. La Armada, encargada del área económica, se guió por dicho texto, contando con la asesoría de los Chicago Boys. Los métodos económicos tradicionales que intentó el régimen no prosperaron, la inflación continuaba por el 300%, el gasto público seguía alto y el cobre se desplomaba a la baja. Los Chicago ingresaron al régimen en 1975, con Jorge Cauas en el Ministerio de Hacienda, Sergio de Castro (líder de los Chicago) en el Ministerio de Economía y Pablo Barahona en el Banco Central. Para convencer a Pinochet de sus ideas (el Ejército mantenía el apego al estatismo tradicional de Chile) trajeron a su mismísimo maestro, Milton Friedman, quien le dio dos soluciones a la crisis que pasaba el país. La primera era por medio de una recuperación lenta del «paciente» (Chile), pero advertía Friedman que este de tanto esperar podría morir. La segunda era darle al «paciente» un tratamiento de shock, para revitalizarlo, pero con efectos colaterales muy graves.
El tratamiento de shock consistía en reducir el gasto público en un 20%; despedir al 30% de los empleados públicos; aumentar el IVA (impuesto a la transferencia comercial de bienes muebles); liquidar el sistema de ahorro y préstamos de vivienda. Mucha disputa se suscitó sobre esto entre los Chicago Boys y los economistas más clásicos, pero finalmente Pinochet se inclinó por la opinión de los neoliberales y se aplicó el shock.
Los efectos iniciales fueron terribles. Cayó el PGB en un 12%, se empinó la cesantía al 16% y el valor de las exportaciones se redujo en 40%. Pero se empezó a afianzar el sistema a partir de 1977, iniciándose lo que se ha llamado dentro de Chile como el «boom», con cifras positivas en todos los ámbitos, a excepción de la cesantía, siempre alta (cercana o superior al 20%). El «boom» duraría hasta la crisis de 1982. Posterior a esta, el país comenzó a exhibir números macroeconómicos que dieron una base de estabilidad institucional para la llegada de la democracia a inicios de los años 1990.

martes, 11 de agosto de 2009

EL ALCOHOLISMO,LA VIOLENCIA Y LA DESIDIA EN LA ARAUCANIA EN EL AÑO 1900





La tranquilidad y el silencio que imperó en los bucólicos paisajes rurales también sufrieron un súbito cambio con la fundación de ciudades y el desarrollo del alcoholismo urbano. Convertidas en focos de atracción del peonaje itinerante por su abundancia de mercados, boliches y fondas, las villas de la Araucanía proyectaron desde los tempranos días de su fundación la imagen de una cotidianeidad continuamente interrumpida por las andanzas de los trabajadores que se acogían a sus aleros y callejuelas. "Bacos al sucucho. Como ya las cosechas van terminándose, las grandes peonadas que se han traído del Norte principian a llegar a nuestra población por bandadas, con los bolsillos bien almacenados y muy dispuestos a pagarle a Baco su culto merecido, limitados solamente por la presencia de la importuna policía que más lijera que un viento se lanza sobre el primer beodo... en estos días hemos tenido la oportunidad de ver trabajar a varios de estos discípulos en las plazas públicas". Mineros, leñadores y peones de fundos, colonos pobres y desertores conformaban el grueso contingente popular que desde las bocaminas y los caminos de tierra acudían en masa hacia los villorrios a gastar sus cortos salarios en placeres efímeros. Allí, embriagados de alcohol y de resentimiento, desataban su ser fronterizo contra los pacíficos habitantes de las villas. Era la nueva forma que asumió el malón, mucho más violenta y despojado de los rasgos heroicos que simbolizó previamente a la resistencia mapuche. "Todos los días sin excepción hay grandes pendencias en el pueblo", escribió el Subdelegado de gobierno de Mininco en marzo de 1904, "y el populacho se entrega a la bebida y al robo y saltean en las mismas calles de la población, se introducen las casas y arrebatan a sus dueños lo que pillan a la mano, después se arman con palos y piedras y no hay quien los haga atemorizarse...". Las luchas callejeras, que generalmente involucraban varios centenares de peones, se transformaban en verdaderas asonadas o motines que, con la misma fuerza y violencia con que comenzaban, terminaban sin mayor aviso. "Ayer Domingo, con motivo de haber tenido pago en algunos fundos vecinos", escribió el Subdelegado de Mininco en 1905, "se han reunido en este pueblo como cuatrocientos trabajadores. Como a las 3 de la tarde todos ebrios principiaron las pendencias y a hacer lo que se les ocurría. Rogué a la Policía de Gendarmes, que son tres, que me hicieran servicio de deshacer el tumulto que se había formado en la calle pública. Esta fue apedreada por la poblada y herido a piedra uno de los soldados que como lo aturdieron con la pedrada tuvieron tiempo para desarmarlo y les ha costado una guerra para poderse defender y poder hacer salir a la gente del pueblo".